(Nueva Gramática 2010)
Son clases de palabras capaces de formar por sí mismas enunciados, por lo general exclamativos. Comunican sentimientos, emociones e impresiones. También inducen a la acción.
Mediante las interjecciones se llevan a cabo acciones como saludar (¡Buenas noches!), dar ánimos (¡Adelante!), brindar (¡Salud!) y expresar sorpresa o contrariedad (¡Hala! O ¡Qué lástima!), entre otras posibilidades.
Las interjecciones se suelen pronunciar con una intensidad peculiar que se refleja en la escritura. A veces se alterna la entonación exclamativa con la interrogativa. Muchas son monosilábicas y presentan particularidades fonéticas que no suelen aceptar otras voces (puaf, uf).
Sintácticamente, las interjecciones forman enunciados por sí solas.
Desde el punto de vista gramatical, podemos distinguir dos tipos de interjecciones: las propias (que se emplean solo como interjecciones, como “oh”) y las impropias (formas creadas a partir de sustantivos, verbos, adverbios y adjetivos, como “¡Virgen santa!”).
Semánticamente, podemos distinguir las interjecciones apelativas o directivas (se dirigen al destinatario para provocar en él una reacción y tienen una función social, como “gracias”, “cuidado”, etc.) y expresivas o sintomáticas (manifiestan las sensaciones, sentimientos y estados de ánimo del hablante, como “caramba”, “ay” o “maldición”).
Las locuciones interjectivas son expresiones que realizan la misma función que las interjecciones, pero que están formadas por dos o más palabras, como “hasta luego” o “en fin”. Son diferentes de los grupos sintácticos interjectivos, formados por una interjección y su complemento (“ay de mí”, por ejemplo)
Las interjecciones pueden integrarse en segmentos mayores e ir seguidas de un grupo nominal (“¡Vaya, qué sorpresa!”), de un grupo preposicional (“¡Caray con la mosquita muerta!”) y de una oración (“¡Mira que eres tonto!”).