(Belén López Marín, profesora de Lengua y Literatura castellana)
Desde el punto de vista de la edición, la novela tal y como ha aparecido ofrece mucho margen de mejora. Desde el punto de vista de la creación, apunta a un escritor solvente.
El Perfil es una trasposición del género policíaco, con todos sus tópicos reelaborados y “redireccionados” para sorprender al lector sin obviarlos, e incluso para cuestionar los cimientos del género. En este sentido, la novela es un animado diálogo, a veces una discusión, entre el autor, Pedro García, y los escritores y los directores de cine que le han precedido; El perfil es una buena novela, y puede ser una gran película. Tópicos traspuestos serían la víctima niño, el asesino niño, el asesino reduplicado, el equipo de investigación verdaderamente amplio, la anagnórisis en el desenlace, protagonistas que no son héroes ni antihéroes…
Aporta también algo de la categoría de aventuras, con unos personajes no planos pero sí blancos, cercanos a veces a los protagonistas de colecciones juveniles como los Hollyster o Los cinco. El público juvenil puede ser un buen destinatario de la novela.
Los resortes de la sintaxis narrativa están tratados a veces con ironía, como el episodio de la “muerte” de Moisés. Lo que va sucediendo para que al final todos crean que ha muerto es una concatenación de casualidades demasiado evidentes que terminan por despertar la simpatía y la sonrisa; a partir de ese momento, el lector es invitado sutilmente a dejarse disfrutar de la lectura y de la anécdota sin cuestionar la verosimilitud de la peripecia. Así, es habitual que los investigadores o los asesinos deduzcan casi adivinatoriamente gran parte de la cadena de pesquisas o de hechos con total naturalidad. Se percibe una especie de exaltación de la lógica y del sentido común en un mundo en el que no se usan demasiado.
Se ha prescindido del tópico del pasado turbulento o atormentador de algún protagonista que lo conecte emocional y trágicamente con la historia (a no ser la conexión con el padre de Gloria, pero es un vínculo de poca intensidad) y también se ha prescindido de un conflicto por triángulo amoroso que sin embargo sí se esboza entre Moisés, Gloria y Bayle. Estos temas también habrían dado juego a la ironía, pero tal vez habría sido excesivo.
¿La acción sucede en un Londres? ¿Washington? A pie de asfalto. Es un espacio tópico también, y utópico, virtual, una capital anglosajona soñada, con parlamento, pero muy hispana en antropónimos y con algunas referencias al cine clásico del Hollywood mejor, una ciudad en la que llueve constantemente hasta que se despeja el misterio y sale el sol. Este leit motiv meteorológico es otro de los tópicos tratados seguramente con ironía: en más de una ocasión el lector de El Perfil tiene la absoluta certeza de que todo terminará en medio de una gran inundación.
El ritmo al que sucede la acción es animado, a veces frenético, lo que dificulta la presencia de un tono poético o reflexivo del que, sin embargo, tampoco carece la novela. El momento más poético es, seguramente, la escena de intimidad amorosa entre Moisés y Gloria, y está muy logrado.