Conocido también con el nombre de guiñol, estas obras son representaciones en las que el escenario es un retablo o un teatrillo y los personajes son marionetas. Forma parte del teatro popular. Su argumento suele ser sencillo e infantil.
Los actores (llamados “manipuladores”) dotan de voz a los muñecos y los mueven mediante técnicas diversas. Los títeres más habituales son las marionetas articuladas, que se controlan por medio de hilos y alambres, además de la marioneta “de guante” o de mano. Se trata de un muñeco de tela, en cuyos brazos se colocan los dedos pulgar y anular del titiritero. La cabeza es rígida y permite meter en su interior uno o dos dedos.
Se conoce la existencia de las representaciones de títeres desde la Edad Media. Las obras en esa época eran sobre temas religiosos, sobre cantares de gesta, sobre romances o leyendas. En el teatrillo se representaban combates entre caballeros o rescates de damas cautivas en castillos.
Pero el nombre de guiñol proviene de un títere de guante francés del siglo XIX, llamado Guignol. El personaje era amable y de buen corazón y se reía de todo.
En Italia la Pulcinella de la Commedia dell’Arte pasó a ser un muñeco, un personaje atolondrado y siempre vestido de blanco.
En Inglaterra, los principales títeres (originales del siglo XVII) fueron Punch y Judy. Las farsas de estos personajes representaban las aventuras y desventuras de alguien simple y atrevido que luchaba contra los poderosos.
En España los muñecos de guante se conocían como “títeres de cachiporra”, ya que el protagonista de las historias solía defenderse o atacar en escena con una cachiporra. Federico García Lorca escribió el Retablillo de don Cristóbal, cuyo título completo era Los títeres de cachiporra. Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita. Farsa guiñolesca en seis cuadros y una advertencia. Por otra parte, Manuel de Falla creó El retablo de Maese Pedro.
El títere tradicional alemán Kásperle es un títere de guante que adquirió renombre desde el Romanticismo. La escritora Josephine Siebe creó una serie de libros en torno a este personaje, que se presentaba como zampón y liante.
Entre las aportaciones más modernas y famosas del teatro de títeres se encuentran los Teleñecos del estadounidense Jim Henson. Estas marionetas eran de tela y estaban dotadas de una gran movilidad y entre ellas destacaba la rana (llamada Gustavo en España y René en Hispanoamérica).
Además, podemos señalar que en Oriente existe una tradición muy antigua de títeres, en la que dominan tanto las marionetas como las sombras. Estas últimas parten de un juego, al interponer las manos o diferentes objetos entre una fuente de luz y una superficie clara. El movimiento de las manos permite representar figuras. A partir de ahí se desarrollaron varios tipos de títeres de varillas y de cuerda.
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