En la literatura medieval, entre los siglos XI y XIII, al mismo tiempo que la poesía culta en lengua vulgar, y aunque el uso del latín comienza a decrecer, aparece en Europa una poesía profana escrita en lengua clásica. Es la poesía de los goliardos, que surge al mismo tiempo que se organizan las grandes universidades.
Los goliardos eran llamados también “clérigos vagantes”. Eran estudiantes que iban de una escuela a otra o monjes exclaustrados. Dominaban el latín y conocían las obras de los autores clásicos. Escribían una poesía culta, pero sin planteamientos serios, usando la burla, y en la que se hacía alabanza de la vida alegre de forma ingeniosa y con una expresión aguda. En España se les llamaba también sopistas. Algunos de estos poetas eran Pedro Abelardo, conocido por los poemas dedicados a su amada Eloísa, Hugo de Orleans (autor de poemas satíricos, pero no amorosos) o Pedro de Blois, quien abominó del pecado de juventud de ser goliardo al llegar a la vejez. Este fue posiblemente el autor de varios de los poemas amorosos del Carmina Burana.
Esta poesía no buscaba divertir al pueblo, ya que este no entendería ni los juegos de palabras ni el latín que utilizaban en sus creaciones. Estas obras se dirigían a un público culto, por lo que podemos considerarlo el arte de una minoría superior desde un punto de vista intelectual.
La principal fuente o influencia de la poesía amorosa en la literatura goliarda es Ovidio. Este modelo literario se refleja en el disfrute de los placeres de la vida presente, pero también en los nombres de las mujeres que aparecen en esta poesía (Corina, por ejemplo). Y en general en este tipo de literatura, otra de las fuentes principales es la Biblia.
Las composiciones de los poetas goliardos son anónimas y fueron recogidas en cancioneros.
En España, destacan entre estas obras la Carmina Rivipullensia (Cancionero de Ripoll), compuesto por veinte poemas anónimos escritos en catalán y occitano. Los temas son eróticos y amorosos. El primer editor de esta veintena de composiciones fue L. Nicolau, quien en 1923 los publicó como Anónimo enamorado.
Se considera literatura de goliardos La Razón de amor con los Denuestos del agua y del vino, un poema de doscientos sesenta y cuatro versos de Lope de Moros (que se llama a sí mismo “escolar” en la obra), del siglo XIII. El autor vivió en diferentes lugares de Francia, Alemania e Italia, y estuvo integrado al menos como observador en ambientes universitarios. Además de tabernas, burdeles y baños, había reformadores morales severos. Y con el ambiente de estudio, se producían debates públicos, tal como señala Nadia Eremíeva. Las llamadas “justas retóricas” entre clérigos oficiales y predicadores que viajaban por diferentes lugares dieron paso a la literatura de debates. La obra de Lope de Moros sería un tratado en que se describe la historia de la humanidad y está plagado de elementos simbólicos y alegóricos.
Antes de estas obras, Enrique Montero Cartelle señala la existencia de los Carmina Cantabrigiensia (Cancionero de Cambridge por el lugar donde se conserva), original de Alemania y del siglo XI. Se compone de poemas profanos y religiosos.
Los Carmina Arundeliana son veintiocho poemas variados que tratan temas religiosos, satíricos y amorosos. Al parecer datan del siglo XII, ya que tienen elementos que aparecen también en el Carmina Burana.
Pero sin duda, este último es el más famoso de los Cancioneros. El Carmina Burana (Canciones de Beuern) está compuesto por doscientos veintinueve poemas (en su origen debían ser más de trescientos), escritos en su mayor parte en Alemania, aunque también en Inglaterra y Francia. Los poemas que se encuentran en esta obra son críticos, irreverentes e incluso obscenos en ocasiones. En ellos se expresa el gozo por vivir, por los placeres terrenales y por la naturaleza. Se trata de poemas morales, en los que se critican vicios como la avaricia (para el que el sonido del dinero es “la voz más placentera”) o se expresa la mutabilidad de la fortuna, satíricos (especialmente dedicados al declive de las autoridades eclesiásticas, como cuando expresa que “se venden los altares/ se vende la Eucaristía”), amorosos y de ambiente tabernario, en los que aparecen el juego y el vino.
De acuerdo con los temas tratados en las composiciones, los Carmina Burana se dividen en seis partes: las canciones sobre temas religiosos, los cantos morales y satíricos, las canciones de amor, las parodias y obras sobre la bebida, las representaciones religiosas y los suplementos que presentan variaciones de las anteriores. Se trata de la colección de versos de carácter laico más extensa de la Edad Media.
En estas composiciones, destacan las Kontrafakturen, que imitan las letanías del Evangelio parodiándolas. Es muy conocida la presentación de la diosa Fortuna que mueve su rueda a su antojo, de forma que da alivio u oprime a los hombres, hasta el punto de que puede hacer que lo perdamos todo (“porque la suerte/derriba al fuerte”).
Pero sobre todo en nuestros días, la popularidad de Carmina Burana y, en especial, del poema O Fortuna proviene de la versión que escribió el músico alemán Carl Orff entre 1935 y 1936. Esta cantata se estrenó en 1937 en Francfort. En su mayoría la obra utiliza versos en latín, aunque también aparece el alemán y el provenzal. En la composición destaca el uso de la percusión, del coro y de las voces solistas, así como un ritmo variado, con contrastes entre la grandiosidad del O Fortuna y la parte amorosa (“Van en mi mente oscilando/ dos pesos contrarios:/ mi amor lascivo y mi recato”). La obra se estructura en veinticinco canciones, en cinco partes: la introducción, tres partes (Primo vere, In taberna, Cour d’amours) y el final.
Después del éxito obtenido con esta obra, Orff completó un tríptico (Trionfi) con el concierto Catulli carmina (de 1948) y la cantata Trionfo di Afrodite (de 1953), en los que utilizaba el latín clásico.
El Carmina Burana de Orff ha sido muy utilizado en el cine. Destaca en este terreno la película Excalibur, de John Boorman, estrenada en 1981. Este filme se basaba en la obra La muerte de Arturo, de Thomas Malory (1416-1471). La película se concentra en el mito de Arturo y presenta el nacimiento, la vida y el declive del rey, combinando algunos elementos cristianos de la leyenda con simbología celta.
Una de las últimas versiones del Carmina Burana fue el espectáculo del grupo de teatro La Fura dels Baus en 2019. Con la música de Carl Orff, Carlus Padrissa realizó un montaje en el que el coro, los músicos y su director aparecían envueltos por un cilindro en el que se proyectaban imágenes que ilustraban la obra y sus diferentes partes (con elementos como la vendimia, las tabernas o el deshielo).