El Modernismo es un movimiento estético que se desarrolla entre 1888 y 1914 y surge a partir de la crisis de fin de siglo.
El inicio de este movimiento se fija en esa fecha de 1888 porque es el año en que se publica Azul, el primer libro del poeta nicaragüense Rubén Darío, el máximo exponente del Modernismo.
Este movimiento aparece como reacción al realismo y al naturalismo. Busca nuevos temas alejados de los gustos burgueses y de la realidad del momento. El Modernismo prefiere ambientes relacionados con lo misterioso y lo exótico.
Recoge influencias del Simbolismo y del Parnasianismo, dos movimientos franceses. Del simbolismo toma el uso de la palabra evocadora, que sugiere significados ocultos, el sentido de la musicalidad y el ritmo. Del Parnasianismo recoge la poesía preocupada por los aspectos formales, con la conocida “el arte por el arte”. Además, sigue la influencia de la literatura medieval, de autores hispánicos como Bécquer, y de autores extranjeros como Poe, Whitman, Wilde y D’Annunzio.
El Modernismo se proyecta hacia el futuro y servirá de punto de partida a otras tendencias, como el ultraísmo y el posmodernismo. Igualmente influye en escritores como los de la Generación del 27.
Los modernistas se mostraron rebeldes con los valores establecidos y presentaron una estética bohemia y extravagante. Estos detalles se extendieron a la literatura, que presenta las siguientes características:
- El desprecio por lo burgués, que consideraban vulgar.
- La búsqueda de un arte sensual y refinado, que se dirigía a los sentidos.
- La preferencia por los ambientes exóticos y misteriosos, alejados tanto en el tiempo (Edad Media, Antigüedad clásica) como en el espacio (Oriente).
- El gusto por la armonía de la cultura grecolatina.
- Una estética personal y creativa.
- La renovación de la sintaxis, el léxico, la métrica y el ritmo.
En lo que se refiere a la temática que trataban, los modernistas mostraban desazón y pesimismo vital, parecido a los románticos, de manera que tomaron de estos algunos temas y los reformularon desde su propia visión:
- Evasión: el rechazo de la realidad les llevaba a buscar mundos exóticos, con princesas y ninfas.
- Cosmopolitismo: los modernistas se sentían ciudadanos del mundo. París constituía el lugar donde se encontraba el refinamiento y la elegancia que anhelaban.
- Angustia existencial: la amargura del presente, el hastío y la incertidumbre ante el futuro son tratados con tristeza y melancolía.
- Amor y sensualidad: los poetas evocaban a la amada de forma idealizada y en sus poemas introdujeron referencias sensuales y eróticas.
- Lo hispánico: se hace una defensa de lo español para acentuar las diferencias respecto a la influencia estadounidense.
Por otra parte, la lírica fue el género preferido por los modernistas y en ella aplicaban la nueva musicalidad que buscaban. Esto les llevó a una renovación del lenguaje poético y a la adopción de nuevas formas estéticas.
Como consideraban que la poesía debía ser más original, introdujeron novedades en los versos y estrofas clásicas. Utilizaron eneasílabos y dodecasílabos en sonetos, silvas y romances. Los encabalgamientos suavizaban la ruptura del verso alejandrino. Utilizaron el verso libre y rimas irregulares.
El ritmo adquirió un efecto musical y sonoro muy marcado gracias a la acentuación del verso, con la combinación de sílabas átonas y tónicas. Además de alternar rimas asonantes y consonantes, emplearon versos monorrimos con rima interna.
Hay en los poetas modernistas una depurada selección de vocabulario y un uso abundante de recursos literarios (entre los que destaca la sinestesia). En el léxico se muestra el gusto por el exotismo, las palabras cultas, la adjetivación referida a los sentidos y las aliteraciones que añaden musicalidad al verso.
En el desarrollo del modernismo, es posible identificar tres momentos:
– Iniciación, con la primera generación modernista (José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera), entre 1882 y 1896.
– Culminación, cuando en 1888 Rubén Darío publica Azul. En 1896 se edita Prosas Profanas, la obra que oficializa el Modernismo en Hispanoamérica.
– Continuación, con la segunda generación modernista. Darío se consagra como líder del movimiento. Los escritores de esta segunda generación continuarían el mismo con sus aportes personales (Leopoldo Lugones, Ricardo Jaimes Freyre, Amado Nervo y Julio Herrera y Reissig).
Y de acuerdo con la temática, podemos diferenciar dos etapas en el desarrollo del Modernismo: la preciosista y la mundonovista. En la primera predominan los temas exóticos y los símbolos de la antigüedad, la estética de la evasión y las innovaciones de la poesía francesa. En la mundonovista se revalorizan las raíces hispánicas de América y aparece el interés por los temas sociales y políticos de la época.
Como hemos mencionado es el poeta nicaragüense Rubén Darío el iniciador del Modernismo, además de ser uno de los autores más influyentes del siglo XX. En Azul renueva un lenguaje monótono, dándole plasticidad, armonía y musicalidad.
En la trayectoria poética de Rubén Darío pueden distinguirse también dos etapas, en las que se combina el gusto por la tradición y el Romanticismo con las influencias del simbolismo y el parnasianismo franceses.
En el primer período es plenamente modernista y se preocupa sobre todo por la originalidad del lenguaje. Azul constituye un canto al amor al más puro estilo romántico. Combina la prosa y el verso y abundan las imágenes (con cisnes y fuentes). Prosas Profanas supone la culminación del Modernismo. El amor se vuelve más sensual. La mujer, inalcanzable, causa dolor en el poeta.
El segundo periodo es más trascendente y reflexivo. El lenguaje es más sobrio y el poeta expresa sus preocupaciones sociales. Cantos de vida y esperanza, publicada en 1905, es la obra más significativa de esta etapa.
En la lírica de Darío aparecen los temas característicos del Modernismo: el malestar vital, el escapismo, el cosmopolitismo, el amor y la sensualidad, el indigenismo y el hispanismo.
Un momento que podemos destacar en la vida de Rubén Darío es su viaje a España en 1892. Aquí conoció a varios escritores con los que estableció vínculos.
La lírica modernista fue cultivada por algunos de ellos en algún momento de su trayectoria literaria. Así, son obras poéticas modernistas Soledades de Antonio Machado o Arias tristes de Juan Ramón Jiménez. Parte de la poesía de Manuel Machado y las Sonatas de Valle Inclán son también muestra del Modernismo.