El esperpento en el teatro de Valle Inclán aparece en Martes de Carnaval, de 1930 (que engloba Las galas del difunto, La hija del capitán y Los cuernos de don Friolera) y Luces de Bohemia.
El primer esperpento data de 1921 y es Los cuernos de don Friolera.
Valle Inclán teoriza sobre el esperpento a través de la escena XII de Luces de Bohemia, el prólogo y epílogo de la obra Los cuernos de don Friolera y en la conocida entrevista en ABC del 7 de diciembre de 1928. En estos textos explica que existen tres modos de ver el mundo. El primero sería de rodillas, con lo que observaríamos héroes; el segundo modo sería en pie, como Shakespeare, con lo que se plasmaría la realidad, y el tercero, situándose el autor en un plano superior, lo que permitiría un punto de ironía que transformaría a los dioses en personajes de sainete.
Se considera que la escena XII de Luces de Bohemia es el esperpento.
El prólogo y el epílogo de Los cuernos de don Friolera es el esperpento en el que hasta los sentimientos quedan anulados.
El esperpento es un tablado de marionetas, una estética (y, por tanto, una visión del mundo) y un convencionalismo teatral (hipérbole).
Luces de Bohemia presenta una estructura cíclica no perfecta.
En Max Estrella hay un camino progresivo hacia la desvalorización del sentido trágico.
Al mundo en que se mueve Max Estrella se le ha amputado toda posibilidad de nobleza y grandeza, propias del mundo y la tragedia clásicos. De ello resulta el esperpento.
Lo esencial en Luces de Bohemia es la evolución del personaje protagonista. En la escena II aparece Zaratustra (la degradación), en la misma aparece el ministro de la gobernación. En la escena VIII pierde su orgullo y su dignidad. En la escena X aparecen errores y equívocos por el cambio en su forma de interpretar el mundo. El encuentro con las dos prostitutas es una escisión patética entre la realidad y el sueño o el deseo.
Martes de Carnaval (1930) se compone de tres obras. Las galas del difunto, de 1926, ridiculiza el mito de don Juan y critica la sociedad de su época. La hija del capitán, de 1927, es una denuncia de la dictadura de primo de Rivera. Los cuernos de don Friolera es una parodia de los dramas de honor.
Valle Inclán siempre plantea el esperpento de la misma forma: recoge un tema tradicional que inspire ciertos sentimientos en el espectador, y ese tema es convertido en una farsa.