Adonis es una divinidad de origen sirio, cuyo culto se extendió especialmente en Atenas y Alejandría.
Como mito griego, Adonis es hijo del rey de Siria Tías y su hija Mirra. Esta relación incestuosa se produjo al sentirse ofendida Afrodita por la joven Mirra, a la que provocó el deseo por su padre. Cuando Tías descubrió que había tenido relaciones con su hija, esta tuvo que huir y pidió ayuda a los dioses. La joven quedó convertida en árbol de mirra, así que, de acuerdo con esta leyenda, las gotas aromáticas que nacen de estos árboles serían las lágrimas de la muchacha. Ya transformada, la corteza del árbol se abrió y nació Adonis, un hermoso niño que se convertiría en un joven de gran belleza, del que se enamoraron Afrodita y Perséfone. Zeus tuvo que mediar entre las dos y decidió que Adonis permanecería cuatro meses con cada una de ellas y cuatro meses más con quien él eligiera. El joven prefirió a Afrodita. Un día, mientras cazaba, Adonis fue atacado por un jabalí y murió de las heridas. Afrodita hizo que de la sangre de Adonis surgiera la anémona.
Esto último fue interpretado como un símbolo del ciclo de la vegetación y la naturaleza.
Ovidio relató en el libro X de las Metamorfosis la interpretación simbólica del mito. Ante la muerte de Adonis, Afrodita mutará la sangre del joven en flor (“una flor, de la sangre concolor, surgió”).
La visión de Ovidio permanece en el Sueño de Polifilo de Francesco Colonna, de 1499, un relato iniciático que será comentado por Nerval en su Viaje a Oriente, de 1851. La obra atribuida a Colonna presenta las convenciones propias del amor cortesano. En el libro se presenta la historia de Polífilo que busca a Polia en un ambiente bucólico y utiliza referencias mitológicas diversas. El protagonista ha visto en sueños “cosas admirables”, entre las que se encuentra “la fuente donde se encuentra la sepultura de Adonis”.
En el Renacimiento, la figura de Adonis fue utilizada en múltiples ocasiones. En la Égloga III, Garcilaso de la Vega presenta a Climene tejiendo la historia de la muerte de Adonis (“el mozo en tierra estaba ya tendido/abierto el pecho del rabioso diente, /con el cabello d’oro desparcido/ barriendo el suelo miserablemente”).
El poeta español Diego Hurtado de Mendoza compuso un poema mitológico, la Fábula de Adonis, Hipómenes y Atalanta en octavas reales, en 1553. En la segunda estrofa, Hurtado de Mendoza se dirige a doña Marina de Aragón, a quien le pide que “alargues tu favor, / dando principio y fin a esta labor”. A continuación, presenta los lamentos de Mirra, que pide a Dios que la saque de este mundo. Mendoza narra la metamorfosis de la muchacha y el nacimiento de Adonis. Ya crecido, este contempla un día a Venus, que se enamora de él (“vio al amante, y quedó en la hierba verde/ como la mansa cierva que se pierde”). Como en Ovidio, un día que la pareja está sentada en un prado, Venus cuenta la historia de Atalanta e Hipómenes, y le advierte para que se cuide. Pero Adonis muere en ese mismo prado atacado por un jabalí y Venus convierte su sangre “en roja flor”.
En 1582 se publicó Llanto de Venus a la muerte de Adonis de Juan de la Cueva. En esta versión, Marte al saber que Venus lo desprecia por estar enamorada de Adonis, se transforma en jabalí y mata al muchacho. Los dioses intentan consolar a Venus en su llanto y, al ser imposible devolver la vida a Adonis, la diosa lo transforma en una flor purpúrea y “Al punto, el prado pareció cubierto/ de rojas amapolas producidas/ de la sangre real del joven muerto/ al nombre suyo desde allí ofrecidas”.
El tema continuó en el siglo XVII, tanto en poesía como en teatro.
En 1623 se publicó la que se considera la obra más importante de Giambattista Marino, Adonis, una novela poética dividida en veinte cantos, en el que se elabora el mito y que representa la transición en la literatura italiana del Manierismo al Barroco. La obra se centra en las pruebas que debe superar el héroe en el jardín donde reside Venus y en un viaje planetario, transportado por un dios.
Alonso Castillo Solórzano incluyó el romance burlesco Fábula de Adonis en su obra Donaires del Parnaso, de 1624. El carácter humorístico de la obra quedaba ya resaltado en el título y continuaba señalado en los poemas introductorios de las dos partes que la componen (“siempre fue el donaire celebrado” y “Unido a lo yocoso lo decente, / mi libro te dará divertimientos, / cuando le busques del trabajo ausente”). Uno de los aspectos más relevantes de la fábula de Solórzano es que, a partir de que en Ovidio el jabalí hiere en la ingle a Adonis, el joven es ahora herido en los genitales: “Muerte violenta y sin hierro/ la Parca le destinó, / un jabalí se ofreció/ a ejecutar el destino, / y al fin le mató el cochino/ por la parte que pecó”.
En 1656 se imprimió en Lisboa Venus, y Adonis, Fábula trágica, que dedica a don Juan de Sosa de Silveira el capitán don Gabriel Garcés y Gralla, caballero catalán. El autor se dirige al lector explicando que le “vino al pensamiento la lastimosa tragedia del tan infeliz garzón como gallardo mancebo, de Adonis digo, regaladísimo objeto de la hermosísima Venus”. Y hace referencia a la obra de Giambattista Marino.
En 1658 se publicó el Adonis del francés La Fontaine, dedicado al marqués Nicolas Fouquet. Se trata de un poema extenso en alejandrinos, en el que se subraya el paso del tiempo que amenaza al adolescente en versos como “Momentos deliciosos, no volverás” en momentos compartidos con Venus y que son “triste recuerdo”. Venus se lamentará al final del poema (“no te veré más; ¡Adiós, querido Adonis!”), quedando el lugar en “una noche profunda”.
Por otra parte, grandes autores como Tirso de Molina, Lope de Vega, Calderón de la Barca y William Shakespeare trataron también este mito.
Lope de Vega es el autor de la tragedia Adonis y Venus, de 1604, una versión pastoril del mito. En ella Camila cuenta a Venus la historia de Mirra y el nacimiento de Adonis, el joven del que está enamorada. Adonis entra en escena seguido de Cupido mientras confiesa tener “por justo blasón” el aborrecer a las mujeres. Pero Cupido lanza sus flechas a Venus, que queda herida de amor. Como en otras versiones, Venus temerá por la vida de Adonis y le contará la historia de Atalanta e Hipómenes. Apolo descubrirá la escena (¿Es posible que mis ojos/ a Adonis están mirando/ en el regazo de Venus?) y sufrirá de celos. Con ayuda de Frondoso, tenderá una trampa al joven que irá a cazar un jabalí y morirá por ello (“¡Ay, cielos!, ¡que me mata! / ¡Socorro, Venus bella!”). Venus transformará el cuerpo de Adonis en flores, que serán “memoria” de su muerte y del luto de la diosa, que decidirá convertirse en vestal, ya que con Adonis “se acabó mi vida/ y comienzan mis pesares”.
De Tirso de Molina es la Fábula de Mirra, Adonis y Venus, incluida en su Deleytar aprovechando, de 1632, aunque publicada en 1635. Se trata de una obra miscelánea narrativa que recoge diversos poemas y obras dramáticas a partir de las tesis de Horacio. La fábula de Adonis se compone de 572 versos. Tirso presenta diversas poblaciones en que se conmemora al amante adúltero “por quien dijo Teócrito: Yace Adonis cazador/ sobre un monte desangrado”. Presenta la historia del incesto de Mirra, su arrepentimiento y sus súplicas a los dioses. Y ya con Venus enamorada, los celos de Marte provocarán la muerte de Adonis.
Calderón de la Barca dedicó a este tema su zarzuela La púrpura de la rosa y Venus y Adonis, de 1660, que fue la primera obra en España compuesta con la intención de que fuese cantada en su totalidad. En 1701 Tomás de Torrejón y Velasco, de la catedral de Lima, le puso música, convirtiéndola en una ópera.
Shakespeare compuso el poema Adonis y Venus en 1593, donde la aventura del joven puede interpretarse como símbolo de la belleza amenazada por el tiempo. El argumento se basa, como ocurre en otras versiones, en las Metamorfosis de Ovidio. Al principio, Adonis se muestra solo interesado en la caza y se mofa del amor. Frente a él, Venus “enferma de deseo” trata de enamorarlo. Y esos contrarios, el desdén del joven y la pasión de la diosa, avanzan a lo largo de las estrofas. Venus adivinará que un jabalí matará a Adonis y cuando esto ocurre, ella mira fijamente la herida del amante y desea que “aquellos que bien aman, que nunca lo disfruten”. En la sangre del joven nacerá “la flor más roja”.
A partir del romanticismo, el personaje de Adonis evolucionará y adoptará nombres distintos.