Después del desastre de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) las nuevas generaciones en Europa defendieron la creación de un mundo nuevo, de un nuevo orden internacional y de nuevas expresiones artísticas. En España, ese afán por la modernización y la rebeldía se reflejó fundamentalmente en dos movimientos literarios: el novecentismo y las vanguardias.
Novecentismo
Se denomina así a la obra de un grupo de autores que alcanzan el momento de máximo esplendor a partir de 1914 (por lo que también se conoce al grupo como Generación del 14). Son autores con una sólida formación intelectual que vieron en lo europeo un modelo a imitar. No olvidan el problema de España, pero tienden a un mayor universalismo. En alguno de estos autores se observa el deseo de escribir para minorías cultas. Por otra parte, se produce en ellos una renovación de la lengua literaria, mediante la ampliación del vocabulario y la incorporación de neologismos, cultismos o vulgarismos.
En este grupo se pueden observar diferentes etapas: la inicial que abarca la primera década del siglo XX, una etapa de madurez hacia 1914, una convivencia con las vanguardias en los años 20 y, finalmente, la etapa de ocaso o término a partir de 1930.
En el Novecentismo encontramos en prosa principalmente ensayos y novelas. En la poesía habrá que destacar la figura de Juan Ramón Jiménez.
En el terreno del ensayo, las figuras más importantes son la de José Ortega y Gasset (1883-1956) y Eugenio D’Ors. Junto a ellos, encontramos a Manuel Azaña o Gregorio Marañón.
José Ortega y Gasset fue el fundador de la Revista de Occidente en 1923, y desde ella promovió la difusión de las tendencias filosóficas y científicas más importantes de la época. En un estilo singular, brillante y cuidado, utilizando incluso la metáfora y la ironía, muestra su pensamiento. Entre sus obras se encuentran La rebelión de las masas (en la que propugna que la sociedad debe estar regida por una minoría selecta) y La deshumanización del arte (con ideas que influyeron en las vanguardias españolas, y entre las que destacan que el arte debía procurar el placer estético).
La novela, por otra parte, es un género minoritario en el Novecentismo. Presenta dos líneas fundamentales, según desee seguir los modelos realistas o apartarse de ellos.
En este terreno encontramos autores como Ramón Pérez de Ayala o Gabriel Miró, además de Ramón Gómez de la Serna o Wenceslao Fernández Flores.
En la producción novelística de Ramón Pérez de Ayala podemos apreciar dos momentos. Las obras de la primera época, como A.M.D.G., tienen rasgos autobiográficos y presentan un tono pesimista. En la segunda época, se acentúan el simbolismo y la carga intelectual. El autor reflexiona sobre temas universales, como el amor o el honor en Tigre Juan y su continuación, El curandero de su honra. En esta obra, Juan se casa con Herminia, que lo abandona cuando se siente cautivada por un vulgar donjuán. La historia acaba sin venganza, defendiendo que la honra no se funda en la opinión ajena, sino en la virtud personal.
Gabriel Miró escribe una prosa elaborada y descriptiva. Al autor le interesa la emoción que producen los objetos. Es autor de El obispo leproso.
Ramón Gómez de la Serna es conocido principalmente por sus greguerías, que son pensamientos o frases breves en los que se combina la metáfora con el humor. Su narrativa es vanguardista, como en El caballero del hongo gris.
Wenceslao Fernández Flores propone una visión irónica de la realidad. Una de sus obras más conocidas es El bosque animado.
En la poesía novecentista encontramos a Juan Ramón Jiménez, con una poesía minoritaria y difícil en constante creación. En una etapa intelectual, a partir de 1916, se aleja de la estética modernista.
Las vanguardias
Hay muchos rasgos comunes entre las Vanguardias y el Novecentismo. Ambos forman un movimiento artístico de entreguerras que tiene como finalidad la reacción contra la literatura anterior. Pero se diferencian en que la reacción de las Vanguardias es más radical, más violenta. El nombre, “Vanguardias”, fue acuñado durante la I Guerra Mundial (1914-1919) para designar las inquietudes artísticas de la “avanzadilla” cultural europea. Fue uno de los momentos de mayor unidad entre los artistas europeos. Pero no fue un movimiento unitario, sino que estaba formado por un gran número de movimientos, que compartían el deseo de crear un arte radicalmente distinto que rompiese definitivamente con el realismo y acabase con él. Y en esos movimientos hubo diferentes etapas desde las primeras manifestaciones.
En la literatura, la corriente vanguardista más importante fue el surrealismo. Surgió en Francia a partir del Dadaísmo hacia 1924, cuando André Breton publica un Manifiesto del movimiento. El surrealismo buscaba bucear más allá de la realidad y de la lógica. Pretendía liberar y manifestar los impulsos reprimidos, el fondo inconsciente del ser humano. En la poesía se empleaba la escritura automática. Mediante esta técnica se transcribía lo que sugería y dictaba la mente sin que, en teoría, mediara la razón lógica. Así se conseguía una auténtica expresión libre del lenguaje, con insólitas asociaciones de palabras e imágenes oníricas.
En español adquieren especial relevancia dos corrientes poéticas vanguardistas: el creacionismo y el ultraísmo. El primero fue un movimiento propugnado por el chileno Vicente Huidobro, quien en 1921 publicó un escrito justificando este movimiento. Buscaba crear la propia realidad en el poema por medio de imágenes originales y nunca dichas. Se caracteriza por la ruptura de la realidad visible para crear una nueva realidad que tuviera sentido en sí misma. Se trataba de “hacer florecer la rosa en el poema”, no cantarla, y de “hacer un poema como la naturaleza hace un árbol”. El ultraísmo recogió parte de la influencia dadaísta y futurista. Surgió en España hacia 1919, con el Manifiesto Ultra firmado entre otros por Guillermo de la Torre. El ultraísmo intentaba resumir en él mismo todas las vanguardias mediante la ruptura del discurso lógico y la introducción de innovaciones tipográficas. Se renovaron las metáforas, se exaltaba el mundo moderno y las máquinas, se sustituían los signos de puntuación por signos matemáticos, se trataba de eliminar lo sentimental y personal. Había una relación de elementos siempre que esa relación no se produjera en la realidad. A este movimiento se unieron autores como Gerardo Diego.
Otros movimientos vanguardistas importantes fueron el futurismo y el dadaísmo. El primero nació en Italia, promovido por Marinetti. Ensalzaba el antirromanticismo y la civilización mecánica y técnica. Propugnaba romper con los cánones estéticos y los temas del pasado. El dadaísmo toma como nombre una palabra sin sentido, escogida al azar (al parecer, a partir de una palabra infantil, dadá). Surge gracias al rumano Tristan Tzara en 1916. Como movimiento aspiraba a instaurar una expresión original, absurda y fuera de toda lógica. Las ideas de este movimiento abrieron paso al surrealismo.
Tanto el futurismo como el dadaísmo tuvieron una vida corta.
2 comments
Sublime. Gracias
Gracias a ti. un saludo.