(Apuntes de Fernando Pérez Cárceles)
¿Las cosas son como nos las han contado o hay otras fuentes para que un hecho haya podido ocurrir de otra forma?
Nos vamos a adentrar en el terreno de lo legendario. El escritor latino de origen hispano Caius Iulius Higinus, conocido como Higino, liberto y bibliotecario del emperador Augusto, escribió Fábulas, una recopilación mitográfica.
La fábula XCII lleva el título de “El juicio de París”:
Se dice que, en la boda de Tetis y Peleo, Júpiter convocó a todos los dioses excepto a Eris, esto es, la Discordia, quien, al presentarse más tarde inesperadamente y no ser admitida en el banquete, lanzó desde la puerta a los asistentes una manzana y dijo que se la llevara la más hermosa.
Comenzaron a reclamar para sí este título Juno, Venus y Minerva, entre las que se produjo una gran disputa. Júpiter mandó a Mercurio que las condujera ante Alejandro Paris en el monte Ida y que ordenara a este actuar como juez.
Juno le prometió, si sentenciaba a su favor, reinar en toda la tierra y aventajar en riquezas al resto de los hombres; Minerva, si salía de allí vencedora, le prometió ser el más fuerte de los mortales y diestro en cualquier oficio; Venus, en cambio, se comprometió a darle en matrimonio a Helena, hija de Tindáreo, la más hermosa de las mujeres.
Paris prefirió el último don a los anteriores y dictaminó que Venus era la más bella. A causa de esto Juno y Minerva fueron enemigas de los troyanos.
Alejandro se llevó a Helena con la ayuda de Venus del palacio de su huésped, el lacedemonio Menelao, y la tomó en matrimonio (…)
Y aquí tenemos el casus belli de la Guerra de Troya. Se organiza una gran coalición de los griegos mandada por Agamenón, rey de Micenas y hermano de Menelao, rey de Esparta y en ella figura Aquiles, Ulises, Ayax… y atacan la ciudad de Troya. La Ilíada de Homero narra el último año de dicha guerra.
Antes de seguir, recordemos la equivalencia de los nombres latinos y griegos de los dioses: Júpiter = Zeus, Juno = Hera, Minerva = Atenea, Venus = Afrodita y Mercurio = Hermes.
Pero respecto al rapto de Helena y llevada a Troya hay otra versión reflejada por Estesícoro (Himera, 630 a.C.-Catania, 555 a.C.) en su obra Palinodias y Heródoto (Halicarnaso h. 482 a.C.- Turios, h. 425 a.C.) en su Historia libro II.
Elena no estuvo En Troya sino en Egipto. Eurípides (Salamina, h.480 a.C.-Pella, h. 406 a.C.) se hace eco de estos antecedentes y escribió su obra Helena que fue representada en el 412 a.C. La tragedia comienza con un monólogo de Helena en la que explica al espectador su situación y de la que extraigo algunos fragmentos:
(…) Prometiendo a Alejandro que desposaría mi belleza –si bello es lo que tantas desdichas me ha causado–, Cipris[1] triunfó, y el ideo[2] Paris, abandonando sus establos, llegó a Esparta, seguro de poseer mi lecho. Pero Hera, ofendida por no haber vencido a sus rivales, convirtió en viento mi unión con Alejandro, y no fui yo lo que abrazaba el hijo del rey Príamo, sino una imagen viva semejante a mí que la esposa de Zeus había fabricado con aire celeste. Y él creyó que me poseía, vana apariencia, sin poseerme.
(…) Hermes me había conducido envuelta en una nube a través de las profundidades del éter –no me había olvidado Zeus –hasta la casa de Proteo, elegido por ser el más virtuoso de los mortales, a fin de que yo conservase para Menelao mi lecho inviolado. (…) Muchas almas han perecido por mi culpa a orillas del escamandro, y maldicen por ello a mí, que tanto he sufrido, y me acusan de haber promovido esta terrible guerra traicionando a mi esposo (…)
El compositor alemán Richard Strauss (Múnich, 1864- Gärmisch-Partenkirchen, 1949) compuso la ópera en dos actos Die ägyptische Helena (La Helena Egipcia) con libreto de Hugo von Hofmannsthal (Viena, 1874-1929), basada en la obra de Eurípides. La ópera fue estrenada en Dresde el 6 de junio de 1928.
[1] Afrodita
[2] Ideo: Paris vive en el monte Ida.