En general, una característica de la narrativa contemporánea es la vuelta a la narratividad, que ya se había producido a partir de 1975, con la desaparición progresiva de la censura, la irrupción de nuevos temas, el cansancio de la novela experimental y el crecimiento del sector editorial.
A partir de esa fecha, además, destacan como principales subgéneros la metanovela, la novela policiaca y la novela histórica.
Ya en la década de 1980 se incorporan otros géneros y se producirá una subversión de los códigos novelísticos anteriores, así como la aparición de la deconstrucción. También se observará un nuevo clasicismo, con una narrativa inspirada en modelos tradicionales, tanto españoles como universales.
Algunos de los autores de estas etapas seguirán escribiendo y publicando ya en el siglo XXI (como Eduardo Mendoza, Antonio Muñoz Molina, Pérez Reverte o Almudena Grandes).
En general, ya en nuestro siglo, continúan las líneas de la narrativa anterior, con la pasión por contar historias, y el dominio del autobiografismo narrativo.
Las tendencias más destacadas en la narrativa actual son:
- La novela negra e histórica, que mantiene las formas y temas de la anterior, con la presentación de ambientes sórdidos, violentos y bien documentados.
- El realismo sucio, con novelas en las que se plasman el alcohol, las drogas o la marginalidad, incluyendo un lenguaje juvenil y directo. Surge a partir del minimalismo, donde todo se caracteriza de la forma más superficial y concisa posible.
- Relato y microrrelato, en el que se difuminan las fronteras entre novela y microrrelato.
- Novela comprometida, en la que se retrata críticamente la realidad, con temas actuales como la corrupción, la especulación o la precariedad laboral, con una mirada costumbrista.
- Narrativa gay, en la que se retrata la realidad homosexual para un lector universal, con textos de naturaleza introspectiva y testimonial. En ella se describen los prejuicios sociales y las relaciones homosexuales.
- Novela intimista, con la memoria y la identidad como temas principales, y que cuenta con dos tipos: la autobiografía y la introspectiva. Se intenta llegar a las raíces de la personalidad frustrada y se caracteriza por un fuerte lirismo.
- La creación de mundos como referentes simbólicos de nuestra realidad aparece en la novela fantástica de ciencia ficción.
- La novela infantil y juvenil destaca por su gran variedad de formas y temas.
- Los libros de viajes se sitúan entre el periodismo, el ensayo y la novela. En ella los autores comparten sus experiencias con pasajes descriptivos y expositivos.
Los autores más destacados a partir de los últimos años del siglo XX son Javier Reverte (que destaca en la literatura de viajes, especialmente con su trilogía África, en la que combina sus experiencias con referencias históricas de los lugares visitados), Andrés Trapiello (autor de novela, ensayo y poesía), Dulce Chacón (muy comprometida con la violencia de género), Manuel Rivas (autor de cuentos y novelas, entre las que destaca la policiaca Todo es silencio), Benjamín Prado (autor de novela juvenil, histórica, cuentos, etc.), Belén Gopegui (con novelas como Deseo ser punk, sobre el inconformismo en la adolescencia, o Acceso no autorizado, un thriller político), Javier Cercas (con una narrativa en que se mezclan los géneros literarios y el uso de la llamada novela de testimonio), Lorenzo Silva (autor de novelas policiacas como El alquimista impaciente, que tiene como protagonistas a los guardias civiles Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro), Luisa Castro (poeta, autora de cuentos y de novelas), Ray Loriga (que forma parte de la corriente del realismo sucio español, con títulos como Lo peor de todo y Héroes), David Trueba (que retrata aspectos de la sociedad actual en Saber perder), Juan Manuel de Prada (con obras como La Tempestad, de trama detectivesca) y José Ángel Mañas (que podemos situar en el neorrealismo español, con obras como Historias del Kronen), entre otros.