El vitalismo y el gusto por la sencillez y el equilibrio que dominaron en el Renacimiento evolucionan en el Barroco hacia la inestabilidad, con la aparición del pesimismo, el desengaño, la artificiosidad y el desequilibrio.
Con respecto al primer aspecto, el pesimismo y desengaño, observamos en el Barroco que la vida se considera un tránsito hacia la muerte. La existencia se concibe como una extinción. El paso del tiempo es imperceptible y conduce a la decadencia y la destrucción. En la literatura los temas fundamentales de esta época serán el sueño, el desengaño, la brevedad de la vida, la fugacidad de las cosas o las ruinas.
El mundo es un engaño, algo irreal, donde nada es duradero. La vida es un sueño del que se despierta en el momento de la muerte. Literariamente, las actitudes ante esta concepción de la vida se pueden manifestar de múltiples formas, a través de la crítica de la realidad e incluso la sátira o mediante la evasión a través del entretenimiento o el conformismo.
Se desconfía de la naturaleza humana. En el barroco el hombre se ve obligado a desenvolverse en un mundo de falsas apariencias, lo que hace nacer en él la desconfianza. El Barroco proyecta una visión en cierto modo escéptica y pesimista de la sociedad. En literatura se desarrolla el género de la picaresca, que muestra esa visión social y del ser humano escéptica, con un mundo de engaños y penalidades.
El pesimismo favorece la búsqueda de respuestas en lo religioso, de manera que en la literatura encontraremos temas como la predestinación y la salvación.
Con respecto a la artificiosidad y el desequilibrio en esta época, aparece en primer lugar la inestabilidad, que se manifiesta mediante el “movimiento” en el arte. En el terreno literario, el estilo se hace dinámico y complejo. La literatura es difícil y recargada. Una de los principales recursos utilizados será la hipérbole.
Habrá una tendencia al contraste y la desproporción. Se presentarán simultáneamente elementos contrarios, como la belleza y la fealdad, lo serio y lo satírico o lo sublime y lo vulgar. Aparecerán idealizaciones y caricaturas de un mismo objeto o personaje. La armonía del Renacimiento entre la forma y el contenido se rompe. El culteranismo y el conceptismo son dos formas de deshacer esa armonía o proporción. El primero potencia la forma y el segundo, el contenido.
Se persigue el efectismo y la sorpresa. La literatura se aparta de las normas clásicas renacentistas y persigue la originalidad, con una expresión inaudita y diferente.