La antología Expresión y reunión, de Blas de Otero, fue publicada en 1969. El contenido de la obra es el hombre, con el que el poeta se comunica a través del poema.
En la parte de Poemas anteriores (1941) y Cántico espiritual (1942) hay un poema significativo que es A la música.
En Cántico espiritual se pueden separar las liras sanjuanianas y los villancicos. Es una selección temática que se publicó por el IV centenario del nacimiento de san Juan de la Cruz. Habría que poner especial atención a los poemas en que la relación hombre/Dios se establece a través de una meditación arrebatada.
La metáfora del puente y el río (Dios) lo traspasa. En Redoble de conciencia expresará la unión de los amantes.
Blas de Otero reconoce como maestros a fray Luis de León y los comentarios en prosa de San Juan de la Cruz.
Con Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), Blas de Otero se incorpora a la “poesía desarraigada” que encabezó Dámaso Alonso con Hijos de la ira en la posguerra. Relacionada con ambas obras, debe mencionarse Ancia, de 1958.
La dedicatoria (“A la inmensa mayoría”) es lema de una poesía testimonial.
El receptor se sale de las torres de marfil. Se ha alzado una poesía “humanizada” que llama desesperadamente desde el sufrimiento del hombre de dos guerras.
Ángel fieramente humano es la expresión del vacío y la soledad humanas. Este desamparo, desolación y vértigo vienen del existencialismo de Kierkegaard. También de la Biblia. Es el terreno de la mística, el abandono de Dios. El vacío es el eco de una catástrofe colectiva: el absurdo de las muertes masivas, el derrumbamiento de los valores religiosos tradicionales en una circunstancia histórica de guerra y destrucción. Es el “eco de la sangre”.
El Dios que Blas de Otero presenta es Yahvé, padre y enemigo al mismo tiempo, y por eso puede rebelarse. Se rebela contra el vacío, el dolor, la angustia y la inautenticidad.
Otro tema presente es el amor, con diferentes dimensiones. La mujer aparece lejana ya y recobrada en el recuerdo.
Hay imágenes impregnadas de la nostalgia de las cosas perdidas, a veces de tristeza y ternura.
Los sonetos del deseo presentan a la mujer que es buscada y abrazada como un arma de eternidad. El ansia termina en fracaso e insatisfacción.
En otros momentos, la mujer queda difuminada por el estremecimiento de una futura posesión que se vive atrayéndola hacia el presente.
En estas obras prevalece el soneto. Alterna el endecasílabo con el verso libre y con el versículo, donde usa técnicas del surrealismo, con asociaciones imaginarias. Aparece el tema existencial y amoroso. El amor se desprende de la divinidad para convertirse en algo terreno.
En Ancia aparecen dos novedades. Por una parte, hay un afianzamiento, cada vez más consciente, del acercamiento y dedicación del poeta, que reivindica la vida a los hombres históricos (con el abandono del hombre anterior, el que callaba); por otra parte, ha encontrado el instrumento para acercarse a los hombres de su entorno histórico.
Hay nueva voz y nuevo ritmo, con un verso corto, escueto, despojado de retórica, apoyado en el ritmo y la palabra.
Blas de Otero sale por primera vez de España en 1952. Los rincones atormentados de la patria y el espíritu se airean por Europa. En Pido la paz y la palabra (1955) y En castellano (1959) hablará de esta tierra triste y abatida bajo la dictadura. Los hombres aparecen como compañeros.
Desde la soledad, mirando hacia afuera, pide paz y libertad para los hombres en una situación histórica concreta. Lo hace desde una expresión más directa, una poesía pura por su forma.
Hay una ruptura del endecasílabo, lo que provoca un poema de ritmo entrecortado, inquieto.
Esto no es un libro, de 1963 es una antología temática. Su intención es la motivación. En esta obra aparecen varios ecos vitales de Blas de Otero, como el amor a través de los años, encarnado en distintos episodios y mujeres.
Que trata de España se publicó en 1964 y habla de las tierras y hombres de España. Los poemas del capítulo III (Cantares) son sobre canciones (cante jondo, cancionero tradicional o canciones regionales). Utiliza estribillos, asonancia y asociación imaginativa. Se trata de una mezcla culta y tradicional.
La historia de España se presenta como una triste historia, con un pueblo humillado. Sin embargo, hay esperanza en un futuro de claridad y justicia. El presente es decepcionante y terrible, pero el poeta confía en la capacidad del pueblo para realizar y persistir.
En todas las formas métricas (verso libre, soneto, canciones, etc.) se nota una liberación. Aparece el collage.
Aligera el ritmo introduciendo el octosílabo popular.
En Historias fingidas y verdaderas, de 1970, emplea la prosa.
Aparecen en esta obra temas autobiográficos, estéticos y de meditación sobre la historia de España.
Se estructura en tres partes. La primera de ellas se compone de cincuenta y seis prosas donde la meditación se produce sobre su propia personalidad y su camino. La segunda parte recoge veinte prosas que presentan la visión del poeta cuando piensa en España (lejana), en el laberinto de su historia y la causa de las causas que han llevado a ese presente cuestionado. También aparece la experiencia de la revolución socialista cubana. En la tercera parte medita sobre la condición humana, repasa su ideología y lo inevitable, el paso de los días y su huella. Aparece la libertad para interpretar el mundo. Una nota constante es la soledad y la defensa de la intimidad.
Los poemas de Hojas de Madrid con la galerna (1968-1979) fueron escritos en esa ciudad desde su llegada a España, tras pasar tres años en Cuba.
Blas de Otero murió en junio de 1979 y la obra seguía sin publicar.
Estos poemas siguen un orden cronológico. En ellos aparecen dos líneas temáticas: vida y muerte. La primera supone una contemplación retrospectiva y un presente vivencial. El pasado lleva a una identificación niño-hombre. El presente incluye dos temas, las ciudades de la sociedad de consumo y la soledad del poeta (colmada por el amor). La muerte, por su parte, provoca meditación y aceptación. Aparece la soledad y la música como consuelo. También la palabra inevitable como necesidad primaria y como único medio de relación. Y alrededor, la muerte.
Aparece el Bilbao de la infancia y juventud, la madre, las hermanas y la propia sombra desvelada.
Entre el rechazo y el amor, Bilbao es una constante en su poesía.
De nuevo aparece la esperanza. Contra la muerte pugnan la vida y el amor. Hay versículos de serena y jubilosa alegría.
El poeta une constantemente amor y muerte (esta como amenaza cierta y próxima).
Al final del camino está la muerte dorada de luz. Y esa “ave” silenciosa llena de serenidad la tarde.
El “paxarillo” tiene valor simbólico de libertad. La “paloma de la paz” es el emblema contra la guerra. El gris o la ausencia de color define a una juventud sin futuro ni ilusiones.
El mar es un signo amenazador que configura un paisaje terrorífico alrededor del niño indefenso.
El contenido de toda obra de creación es la realidad. El vehículo, la palabra, nace del poeta por los caminos de la emoción y de la inteligencia.
Muchos de los poemas de este libro son de despedida. Pero hay una resignación, una aceptación serena y responsable. Es una serenidad aparente, a fuerza de autocontrol.
El tiempo se va y la serenidad se proclama, pero con angustia.