(Apuntes para Secundaria)
Gerardo Diego obtuvo en 1925 el Premio Nacional con su libro Versos humanos. Fue uno de los organizadores del homenaje a Góngora de 1927. Reunió una Antología (1932) en la que recogió la obra de los componentes del grupo del 27. Fue miembro de la Real Academia Española.
La poesía de Gerardo Diego destaca por su variedad de temas, tonos y estilos. Él mismo decía que le atraían simultáneamente el campo y la ciudad, la tradición y el fututo, el arte nuevo y el antiguo. En su obra podemos observar dos grandes etapas: la poesía de vanguardia y la poesía clásica o tradicional.
Con respecto a la segunda, destacaría su primer libro, el Romancero de la novia (1918), impregnado de un tono becqueriano.
Con respecto a la poesía vanguardista, destaca como representante del Creacionismo. Este movimiento subraya la necesidad de ligar en una imagen objetos que no tienen semejanza, pero que una vez ligados evocan un efecto nuevo. En Imagen y Manual de Espumas (1918 y 1922) encontramos una poesía deshumanizada, cargada de imágenes complicadas de interpretar, en busca de una nueva realidad (el Creacionismo). Utiliza el verso libre y prescinde de la puntuación.
Entre los poemas de Gerardo Diego, encontramos por ejemplo el Romance del río Duero, de Soria (1923):
Río Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja:
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.
Indiferente o cobarde,
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
Y entre los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.
Quien pudiera, como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso,
pero con distinta agua.
Río Duero, río Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada,
sino los enamorados
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.
O poemas como el de Insomnio, de Alondra de verdad:
Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.
En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.
Saber que duermes tú, cierta, segura
cauce fiel de abandono, línea pura,
tan cerca de mis brazos maniatados.
Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.