(Aportación de Pedro Diego Gil López y Pedro García Jiménez)
La novela escrita por Pedro García Jiménez y editada por Murcia Libro está tocada por la gracia de un legado, la fuerza que aún transmite la lejana época del Renacimiento.
Pedro García Jiménez es pintor, actor, director de teatro y escritor. Fue finalista del premio Libro murciano del año en 2014 con la novela El perfil, un relato policíaco. En 2016 publicó la novela de ciencia ficción Ae Renasci, una aventura futurista que se desarrolla en el año 4101 y que nos describe un mundo donde el destino de la humanidad está más allá de las estrellas.
Vinci, el último camino al infierno es una novela histórica ambientada en la Italia renacentista, en la que se relata un horrible crimen que desencadena una encarnizada búsqueda de los culpables. Situando estos hechos, el autor inicia un vivo ritmo narrativo que conduce, con toda fidelidad en los detalles, al desarrollo de una trama ingeniosa llena de intrigas y misterios hasta el desenlace de un trepidante final.
La narración va incorporando personajes, tanto reales como inventados, cuyas acciones detalladas con el necesario rigor histórico, se describen llenas de fuerza gracias a diversos episodios de acción, que inciden en el sentido de la historia que se cuenta, enriqueciendo la figura de los protagonistas. El desarrollo de los hechos, que se dan de forma sorpresiva, nos adentra en un mundo lleno de maquinaciones. Además, la dinámica de la obra hace que vivamos sorprendentes acontecimientos y que sigamos con pasión una intrincada aventura que mantiene el suspense y la fuerza del momento que se describe, que es algo que solo consiguen las mejores obras.
Decía Orwell que la buena prosa “es como el cristal de la ventana”. La prosa de García Jiménez es buena por eso, porque nos permite ver y adentrarnos en la época donde se sitúa la narración. A través de las palabras del autor se ve y se oye esa Florencia llena de vida y de color, inmersa en el Renacimiento.
La ficción no depende solo de quien la construye, sino también de quien la lee. Como decía Borges, la ficción es también una posición del intérprete. Y los acontecimientos históricos, donde se entrelaza la acción de la novela, mezclan hechos estéticos que el autor ha logrado armonizar para dejar el espacio necesario al lector, un espacio donde recrear esa ficción que divierte y que nos adentra en la lectura con avidez, entrelazando también relevantes pasajes de la historia.
La novela permite jugar al escritor con los datos históricos y viajar al pasado, descubrir cómo era la vida en otros tiempos. Estoy seguro de que Pedro García Jiménez, al escribir esta novela, ha jugado todo lo que ha querido y lo ha disfrutado. Por ello los lectores se divierten también leyéndola.
En la novela aparece una compañía de teatro, en la que los protagonistas se integran para llegar en secreto a Roma. El relato muestra la forma de entender la vida que tienen estos artistas, que va por delante de su sociedad. El arte fue lo que cambió aquellos tiempos, al igual que hoy en día, sin duda, tiene la posibilidad de cambiar el presente. Lo que sucede en el futuro, puede ser inventado. Pero cuando nos referimos al pasado, hay que ajustarse a datos reales y confirmados.
Pero, ¿qué hace que un autor, cuya última novela fue de ciencia ficción, decida escribir una novela histórica? ¿Hay mucha diferencia entre escribir sobre hechos que se sitúan en el futuro y sobre historias del pasado? García Jiménez siempre ha sentido la inquietud por conocer y saber, lo que no le permite anclarse en un solo tema o ambiente. Tal como el autor expresa, “en la pluma hay magia” y eso dota al escritor del poder de crear los mundos que desee. Del mismo modo que en Ae Renasci se imagina un futuro que no llegaremos a conocer, recreando una sociedad cimentada sobre un idealismo positivista, en Vinci estudia el pasado de la humanidad para dar vida a un momento histórico que representa el nacimiento de una revolución artística y cultural. La gran diferencia radica en la imposibilidad de cambiar el pasado.
Leonardo da Vinci aparece en la novela como mentor de Antonio, el protagonista, formando parte de las figuras históricas. Quizás hoy no se podría dar un genio tan polifacético como Leonardo, no sé si sería posible, pero seguro que sería extraordinario.
En cierto sentido, la novela histórica podría complementar a los libros de texto, haciendo más ameno comprender el pasado, porque cuando se lee una buena novela como esta, entran ganas de saber más sobre la época en la que se sitúa.
En la documentación de una novela, al indagar en los datos históricos, estos a veces ayudan o conducen a seguir la obra por determinados caminos. ¿Has ido buscando los datos históricos según los has necesitado o han sido ellos los que te han dirigido a la hora de recrear la novela? Según nos cuenta el autor, son los personajes y el momento histórico los que te impulsan a escribir y, del mismo modo, condicionan el hilo argumental. En Vinci, la acción comienza un día concreto: el 18 de octubre de 1503. Ese día sucedieron dos hechos importantes: muere el Papa Alejandro VI y Leonardo se inscribe en el gremio de San Lucas. Para comenzar la trama, se necesita una noche oscura. Según el calendario, en esa fecha faltan dos días para la luna llena.
Por otro lado, el sexo aparece en la novela de forma explícita, desde lo más dulce a lo más salvaje o sórdido. ¿Han cambiado las relaciones sexuales con respecto a las de aquellos tiempos? En realidad, no han cambiado. Tan solo ha cambiado el contexto social. Afortunadamente, ahora la mujer ha conseguido levantar su voz para exigir un respeto que no existía hace cinco siglos.
Para escribir este sorprendente relato, el autor se inspiró en múltiples obras literarias y pictóricas, así como acontecimientos históricos. Entre otras, encontramos reminiscencias del Decamerón en la fábula de los comediantes en su viaje a Roma, así como el fresco de Boticelli en la capilla Sixtina para ver dónde escondió el artista la satánica serpiente. También observamos la influencia de las Crónicas del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, en la descripción de la batalla por la conquista de Nápoles en el río Garellano.
Finalmente, tal como escribe García Jiménez. La inspiración proviene de las cosas hermosas de la vida, de forma que al escribir “me sumerjo en la fantasía de controlar la vida a mi modo”.