Este poeta nació y murió en Madrid (1853-1907), pero estudió y se instaló en Murcia. Se le considera precursor del Modernismo. Juan Barceló Jiménez lo estudia como tal precursor junto a otros escritores murcianos (por ejemplo, Andrés Blanco García o José Martínez Parra).
En 1885, Gil publica De los quince a los treinta. En esta obra se incluye un poema de 1876, dedicado a la guitarra murciana:
La guitarra es morisca; tiene el acento
lánguido y amoroso del Mediodía:
tiene todos los tonos del sentimiento;
tiene todas las llaves de la armonía;
es vago su sonido y soñoliento
como azulado rayo de luna fría
nacen pausadas
sus notas perezosas
y perfumadas.
La guitarra es morisca; y en sus bordones
se incuba el áureo germen de celestiales
fantásticas, bullentes apariciones
que abulta de sus notas a raudales;
sobre Al-borak, surcando claras regiones
solo el profeta pudo verlas iguales;
pasan envueltas
en argentinas ondas
de notas sueltas.
La filiación modernista de Ricardo Gil ha sido destacada sobre todo en su obra La caja de música (1898), su segundo libro de poemas, al que pertenecen los siguientes:
SILENCIO
En dos abismos resonó mi queja,
y sólo en uno el eco ha respondido.
El uno respondió y era de roca…
El otro fue tu corazón vacío.
A CALDERÓN
ALABADO POR PEDANCIO
Siendo español no ha sido perezoso,
ni siendo militar fue pendenciero:
cortesano y no ha sido lisonjero;
teólogo y al ergo dio reposo;
honores recibió; no fue ambicioso:
fue poeta y modesto… ¿Pues qué pero,
qué falta impide que el romano clero
canonice a varón tan virtuoso?…
¿A qué tanto esperar? Yo le consagro
mis oraciones ya con toda el alma
en los combates de la carne recios…
Mas ya sé lo que esperan, un milagro:
ver si después de muerto puede en calma
resistirla alabanza de los necios.
El siguiente poema de Ricardo Gil quizá sea muy conocido por los estudiantes de Secundaria por ser un ejemplo recurrente para explicar el quinteto (estrofa de cinco versos endecasílabos, con rima consonante, en la que ningún verso queda suelto y en la que no riman dos versos seguidos):
DUDA
Desierto está el jardín. . . De su tardanza
no adivino el motivo. . . El tiempo avanza. . .
Duda tenaz, no turbes mi reposo.
Comienza a vacilar mi confianza. . .
El miedo me hace ser supersticioso.
¡Cómo asustado el pensamiento vuela! . . .
Si aparece, al llegar, en la cancela,
será que es fiel. . . Si acude a nuestra cita
por el postigo, entonces no recela
mi amor en vano. . . ¡Dios no lo permita!
¡Huye, duda; del alma te destierro!
Por la cancela del dorado hierro
vendrá. . .Pero, Señor, ¿qué la detiene? . . .
Sus pasos oigo ya. . . Los ojos cierro,
que no quiero saber por dónde viene.