El Romanticismo es el primer movimiento literario que consciente y radicalmente rompe con los modelos precedentes. En el último tercio del siglo XVIII, los escritores alemanes se cuestionaron los principios del neoclasicismo. Comenzaron a anteponer los sentimientos a la razón, rechazando las reglas que ahogaban la inspiración y la libertad. Las pautas de este movimiento se conocen como Sturm und Drang.
Entre los autores alemanes más destacados se encuentra el poeta Friedrich Hölderlin (1770-1843). En él se mezclaban poesía y vida. En su obra se lamenta del abandono en que los dioses tienen al mundo y anuncia el retorno del clarísimo día que sucederá a la prolongada noche. Llegará una época feliz en que se producirá de nuevo la armonía entre el pueblo, la naturaleza y los dioses, como en la Grecia clásica.
Los mitos de la antigüedad constituían un refugio de sus frustraciones y un símbolo de su deseo de armonía. Así se reflejaba en sus poemas y en su única novela, Hiperión o el ermitaño de Grecia (1797-1799), donde cuenta en forma epistolar y autobiográfica la doble lucha que mantiene un joven griego por el amor de una mujer y por la independencia de su país. Se trata de una novela, pero en ella también hay ensayo.
La obra se compone de las cartas que Hiperión le escribe a su amigo Belarmino (que simboliza a los alemanes de su época) rememorando su vida. A través de la narración del pasado, en la novela hay reflexiones filosóficas sobre diferentes acontecimientos históricos. Se ha dicho que, en el plano filosófico, Hiperión presenta la separación entre individuos y entre el hombre y la naturaleza, que son partes de una misma unidad (“Ser uno con todo, esa es la vida de la divinidad, ese es el cielo del hombre”). En el plano político, presenta a la razón y a la fuerza revolucionaria como instrumentos del progreso social e histórico. Y la descripción crítica que Hölderlin hace de la sociedad alemana de su época sirve para la sociedad europea actual.
Los principales personajes de la obra son los ya citados y Alabanda, un patriota revolucionario y hombre de acción, con el que Hiperión comparte algunos ideales, pero no el uso de la violencia.
La unión entre individuo y naturaleza se simboliza en la unión del protagonista con Diotima. Al separarse, él luchará por la independencia de Grecia. Diotima morirá y, al saberlo, Hiperión regresará a Alemania. Pero su reencuentro con esa sociedad le hará volver a Grecia, buscando un mundo mejor y más unido a la naturaleza.
Los temas que preocuparon a Hölderlin aparecen en su obra: el amor, a través del personaje de Diotima; la amistad, a través de Alabanda. Aparecen también la libertad, la divinidad, la belleza y la muerte.
Y todo ello se observa a través de las tres etapas vitales del protagonista: la niñez, que es la etapa dorada, la madurez del presente y la plenitud, con la consumación de sus ideales.
En el fondo del amor entre Hiperión y Diotima parece estar el del propio Hölderlin con Susette Gontard. El nombre de la protagonista es griego (aparece una Diotima en El banquete de Platón) y ello supone una concesión al mundo antiguo que Hölderlin admiraba. Ella es el amor como símbolo de la redención y de la armonía con el otro. En el amor, el semejante se une con lo semejante.
El subtítulo de la obra (“el ermitaño de Grecia”) se refiere al maestro y al que trabaja de modo invisible. Como símbolo, el ermitaño realiza un trabajo paciente y profundo, pero también tiene el sentido negativo de lo taciturno. Hiperión quiere buscar sus raíces y anhela regresar a un tiempo que ya no existe.
Hölderlin muestra a través de su obra sus conocimientos sobre el mundo antiguo. Hiperión ha crecido según los ideales de la paideía griega, el saber ser y el saber hacer.
Recordemos que, aunque es una novela, Hiperión es también un texto poético. La misma Susette Gontard escribió al autor: “Leyendo me he dado cuenta que tú también denominas a tu querido Hiperión novela cuando yo siempre lo he visto como un bello poema”.
Además de su poesía y de la novela epistolar, Hölderlin escribió la tragedia en verso La muerte de Empédocles, que dejó inacabada. En ella muestra las reflexiones del personaje cuando se dirige al Etna, a donde se arroja. Para Hölderlin, este suicidio es una muestra de unión con la naturaleza. Los textos que se conservan de esta tragedia fueron escritos entre la versión definitiva de Hiperión o el ermitaño de Grecia y los grandes poemas antes de que a Hölderlin le venciera la locura.
Según Jordi Llovet, Hölderlin deseaba mostrar en este drama en verso el tópico del poeta como ser singular, lo que lo distancia de la colectividad. Igualmente plantearía así el abismo que separa a los dioses de los hombres y el retorno a la naturaleza como forma de reunión de dioses y hombres.
Al final de su vida, el poeta escribía versos firmados con el nombre de “Scardarelli” que se consideran incomprensibles.