Hoy las nubes me trajeron,
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río,
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!
Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.
Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.
Se trata de la Canción 8 de Baladas y canciones del Paraná de Rafael Alberti, publicado en 1954. Pertenece, por tanto, a la etapa del exilio, posterior a la Guerra Civil Española y en él expresa el recuerdo de su patria y de su tierra natal, así como la añoranza de los bienes perdidos. La nostalgia es central en la poesía de Alberti y aquí aparece combinada con la amargura propia del exiliado, forzado a estar alejado de su patria. La obra tiene mucho de diario poético. Las canciones que la componen, al ser breves, concentran el instante, que alcanza plenitud. Además de la nostalgia, el tema de la soledad también atraviesa estas Baladas y canciones.
Los quince versos son octosílabos y la rima es alterna. Riman los pares en asonante y los impares quedan libres, salvo en los versos 3 y 4. La rima es característica de la poesía popular, con los rasgos del romance.
El poeta intenta expresar sus emociones más íntimas mediante el uso del yo poético. Está en otra tierra (en Argentina), los verbos en pasado sugieren un tiempo perdido. Sin embargo, desde el presente (Hoy) se inicia el recuerdo de su patria al observar las nubes de esta nueva tierra que caprichosamente se parecen al mapa de España (las nubes me trajeron, /volando, el mapa de España.) La realidad objetiva, empírica, se convierte en imagen visionaria que superpone lugares y objetos mediante un proceso asociativo de la memoria involuntaria. La sombra que proyecta el mapa se agranda ante la mirada nostálgica del poeta. Las nubes aparecen como seres animados que transportan en su vuelo el mapa de la patria.
El río aludido en el verso 3 podría ser el río Paraná, un gran río sobre el que el mapa reflejado (las nubes) se percibe como muy pequeño.
Alberti se deja llevar por la evocación de su memoria y se imagina a caballo, buscando a través de la sombra proyectada por el mapa sus bienes perdidos que son su pueblo y su casa (Se llenó de caballos / la sombra que proyectaba. / Yo, a caballo, por su sombra/ busqué mi pueblo y mi casa.). Es posible que observara realmente esos caballos en el paisaje argentino y sobre la imagen real se superpusiera esta imaginaria. Sin embargo, los caballos aparecen en otros poemas de Alberti, simbolizando las emociones más inocentes, pero también el instinto de libertad.
Los adjetivos posesivos designan nociones familiares (“mi casa”, “mi pueblo”). Es una vuelta al tiempo perdido. Y ese sentimiento se expresará de nuevo en el último verso cuando el agua devuelva la memoria (“volvió para darme agua”).
Encuentra un patio (muy significativo en la cultura andaluza) pero no halla la fuente que sería el centro de la casa, su esencia. Se produce el contrapunto a través de la paradoja (Aunque no estaba la fuente / la fuente siempre sonaba / Y el agua que no corría / volvió para darme agua.). La fuente es, tradicionalmente, un símbolo de agua, de vida y de fertilidad. Su ausencia provoca un sentimiento de vacío y ausencia. En la memoria el agua seguía sonando, devolviendo la calidez de la infancia. Es una personificación por tanto de esa infancia perdida. El agua del recuerdo (el agua que no corría), la memoria ausente, le dio vida y fuerza en el presente para seguir adelante. Y todo ello en un ambiente de ensoñación e irrealidad.
Los símbolos de los elementos del paisaje (nubes, caballos, patio, fuente, agua) sirven al poeta de elementos evocadores de otra realidad, de manera que sugieren imágenes y contenidos muy subjetivos en cada lector. Estos símbolos se fusionan con las imágenes oníricas o surrealistas para crear el mundo mágico del poema.
Un recurso fundamental en este poema es el paralelismo, especialmente el sintáctico (Qué pequeño sobre el río / y qué grande sobre el pasto). Este paralelismo da pie a la antítesis entre “grande” y “pequeño”. Por otra parte, el verso “La sombra que proyectaba” se repite como si fuera un estribillo, aunque no a la manera tradicional.
También observamos la repetición de palabras, que se encadenan unas con otras: la palabra “fuente” aparece tres veces y “agua”, dos. Así adquieren especial relevancia significativa en el poema.
Además, hay ejemplos de aliteración en, por ejemplo, “fuera una fuente con agua”.
Al final del poema, Alberti busca inútilmente su patio y su casa, sus raíces. Pero las encuentra convertidas en recuerdos arruinados. Es la añoranza y la amargura del exiliado.
Rafael Alberti expresó varias veces la experiencia del desarraigo y de la añoranza de su tierra natal. En Marinero en tierra (1924) expresa el dolor por dejar el Puerto de Santa María y el mar de su infancia (es el paraíso perdido).
Recordemos que finalmente, Alberti regresó a España y recibió premios tan prestigiosos como el Cervantes o el Nacional de Teatro.