El ser humano solo ante la naturaleza, que sobrevive gracias a su inteligencia y determinación en una isla desierta, se convierte en uno de los mitos de la modernidad a partir de Robinson Crusoe, la novela de Daniel Defoe, que inspirará obras posteriores: Escuela de Robinsones, de Julio Verne, El Robinson suizo de Johann David Wyss, Viernes o los limbos del Pacífico del francés Michel Tournier o El señor de las moscas, de William Golding.
Daniel Defoe (1660-1731) publicó a los sesenta años Robinson Crusoe, una novela inspirada en un hecho real, la historia de un marinero escocés (Alexander Selkirk) que había sobrevivido en una isla deshabitada a 700 kilómetros de Chile desde 1704 a 1711.
Defoe convirtió la aventura del náufrago en la isla desierta en una alegoría de la existencia y en una recreación de la evolución de la humanidad: la lucha contra un medio hostil, la dedicación a la caza y la agricultura o los problemas de la convivencia. Robinson Crusoe personifica al hombre moderno, capaz de doblegar a la naturaleza, pero también solitario, desconfiado y huidizo ante sus semejantes.
Pero no es la única visión acerca del personaje. James Joyce vio en él el prototipo del colonialismo británico (Robinson proclama desde el principio que la isla es su propiedad) y un símbolo del puritanismo.
Defoe escribió una continuación de la novela, menos conocida, Nuevas aventuras de Robinson Crusoe. En ella el personaje viaja por China y Rusia y entra en contacto con pueblos y costumbres muy distintos.
El Robinson suizo fue escrita por el pastor Johann David Wyss y publicada en 1812. El autor concibió su novela para enseñar a sus hijos los valores familiares y las buenas costumbres. Se trata de una novela de aventuras donde se presentan una flora y una fauna imposibles en una sola isla. En ella una familia con cuatro hijos tiene que organizarse para sobrevivir hasta conseguir seguir su viaje.
En 1882 Julio Verne publica por entregas Escuela de Robinsones. Se trata de una parodia de la novela de Defoe. Un joven viaja en busca de emociones y se verá náufrago en una isla donde vivirá aventuras junto a su profesor de baile y amigo. La existencia se irá volviendo insoportable a medida que pasen los meses. Todos los personajes añaden una dosis de humor a la trama.
En 1954 se publica la obra más conocida de William Golding, El señor de las moscas. En esta novela, un avión que transporta estudiantes británicos se estrella contra una isla inhabitada. Los adultos fallecen y los niños se ven obligados a sobrevivir. Cuando llegan a rescatarlos, el orden y la unión del principio están rotos. A lo largo de la novela, el autor explora varios temas, entre los que destacan la civilización contra la barbarie y la pérdida de la inocencia. Se trata de una alegoría de la naturaleza humana.
Michel Tournier publicó su primera novela, Viernes o los limbos del Pacífico, en 1967. Esta obra tiene un fuerte componente sexual. Comienza con un hombre solo en una isla y el primer sentimiento de ese hombre: el miedo. Con la llegada de Viernes a su vida, la sensación de soledad disminuye. Pero no lo considera un igual, sino un inferior, un esclavo. Las dos formas de ver la existencia tendrán que complementarse. Cuando Viernes hace estallar accidentalmente la pólvora que Robinson Crusoe atesora, este quedará a merced del araucano. Y a partir de ese momento, Viernes ya no será su esclavo, sino otro hombre con sus hábitos, sus risas o su música. Sin que Viernes lo sepa, Robinson decidirá que ambos se quedarán en la isla Speranza para siempre. Viernes escapará y en su lugar quedará el niño grumete de un barco. Robinson lo unge con sus palabras: “Te llamarás Jueves. Es el día de Júpiter, dios del Cielo. Es también el domingo de los niños.”
Aunque no sea una novela, podemos recordar a propósito del tema de Robinson Crusoe una versión cinematográfica del año 2000: Náufrago, de Robert Zemeckis. En ella un ejecutivo sobrevive en una isla desierta después de un accidente aéreo. Encontrará un compañero, una pelota de voleibol a la que llamará Wilson.