La “novella” italiana, el relato corto del Renacimiento intentaba representar la vida humana cotidiana e íntima frente a los acontecimientos de la historia oficial. Se considera que esta forma literaria nace en Florencia con el Decamerón del prehumanista Giovanni Boccaccio, que pronto se volvió modelo y fuente de la narrativa corta posterior. Y aunque esta es la influencia determinante, junto a ella habrá otras fuentes como Apuleyo y la novela grecolatina, la narrativa oriental recogida en colecciones españolas, la Biblia y los Evangelios o el Rerum Memorandarum de Petrarca.
Durante el Renacimiento se publicarán antologías y florilegios de cuentos que tuvieron una gran difusión gracias a la imprenta. Esta narrativa tendrá una gran influencia en toda Europa, pero caerá muchas veces en el olvido, en parte oscurecida por el modelo de Boccaccio. Sin embargo, ese caudal nos da un testimonio importante de la vida de la época, hasta el punto de que fue utilizado para estudiar fenómenos sociales que se produjeron en el siglo XVI.
Uno de los más notables cuentistas del siglo XVI es Matteo Bandello (1485-1565), protegido de Margarita de Navarra y obispo de Agen. Escribió 214 novelas en un lenguaje sencillo que muestran las costumbres del siglo, todos ellos con una carta introductoria dedicada a algún personaje importante de la época. Estos relatos no son cómicos, sino graves, con aventuras y crímenes pasionales. Desprovistos de una anécdota original, Bandello consigue con ellos convertir la realidad cotidiana en materia novelable. Uno de sus relatos, tomados de Da Porto, recoge la historia de los amantes de Verona, Romeo y Julieta.
Fue muy leído en su época y proporcionó temas a diversos escritores. Por ejemplo, en España, Lope de Vega se servirá del relato de Bandello Ugo y Parisina para El castigo sin venganza, nacionalizando la trama y cambiando el final de acuerdo con su concepción de honra y virtud. Montemayor tomó de Bandello el episodio de Félix y Felismena para la Diana. También en El villano en su rincón y en La española de Florencia de Lope y Calderón aparecen estos temas. Shakespeare utilizó el argumento de alguna de las narraciones de Bandello (no solo para Romeo y Julieta, sino también para Mucho ruido y pocas nueces y Noche de Reyes) y del Renacimiento italiano tomará la idea de la “fortuna” como algo fatal que encarna en los hombres el mal y el odio. El dramaturgo inglés John Webster tomó La Duquesa de Amalfi del relato del mismo título escrito por Bandello (y que también sería utilizado por Lope de Vega para El mayordomo de la duquesa Malfi). Se trata del motivo tradicional de la mujer bella rodeada del presentimiento de la muerte.
Antonio de Grazzini (1503-1583), conocido como “El Lasca”, compuso 22 novelas cortas, agrupadas bajo el título de Cenas, de 1547, al estilo de Boccaccio. Casi todas ellas son cómicas y tienen un desenlace feliz. Tiene un estilo flexible y sin afectación. Además de sus relatos, Grazzini fue conocido como autor de comedias (de hecho, era considerado un regenerador de la escena italiana) y de dos poemas burlescos. En sus obras retrataba las costumbres y vicios de la sociedad.
Las noches divertidas (o Las trece noches “placenteras”)de Giovanni Francesco Straparola (1490-1557) es una colección de setenta y cinco cuentos de tono licencioso, a la manera de Boccaccio. El marco en que se engarzan las historias es una tertulia donde damas y caballeros se narran mutuamente “novellas” durante trece noches en Murano, cerca de Venecia. Estos relatos tienen un carácter fantástico y fabuloso, tomado al parecer de las Novelas de Morlini, escritas en latín. En ellas aparecen engaños, personajes disfrazados, suplantaciones y pícaros. Además, Morlini recogía muchos elementos de cuentos populares. Straparola, a su vez, toma fuentes populares e influirá en La Bella y la Bestia de Beaumont (en la versión de Straparola el padre de la muchacha es un rey y la bestia, una serpiente), en obras de Molière (La escuela de mujeres) y en relatos de Perrault y los hermanos Grimm. Se considera que Las noches agradables es el primer libro europeo que contiene cuentos de hadas.
Agnolo Firenzuola (1493-1545) recoge en Los razonamientos de amor asuntos escabrosos. Ahí expone sus teorías sobre la belleza y el amor. El autor toma el nombre de Celso en la ficción y junto con tres mujeres y dos amigos conversan en un palacio sobre el amor, además de contar historias al estilo de las de Boccaccio.
Firenzuola compiló libremente el apólogo La primera vestidura de los animales del Panchatantra sánscrito, a través de una versión española del Directorium humanae vitae de Juan de Capua, del siglo XIII, y de la traducción al castellano Exemplario contra los engaños y peligros del mundo, de 1493. En la historia, el filósofo Tiabono narra una serie de fábulas, de manera que una desemboca en la otra, y es difícil deducir una enseñanza moral de ellas. El autor aprovechó su obra para hacer alusiones a la vida cortesana, engañosa y frívola, que le había provocado varios desengaños.
También adaptó El asno de oro de Apuleyo, cambiando lugares y personajes (esta versión, titulada L’asino d’oro, fue publicada en Venecia en 1550). El protagonista aquí se llama Agnolo. En la obra aparecen las costumbres del siglo XVI. Además, en el final se suprimen los ritos y la consagración del protagonista a Isis. La parte en que Apuleyo se refería a los sacerdotes paganos, Firenzuola realiza una sátira contra los religiosos de San Antonio.
Por último, Giovanni Battista Giraldi Cinthio (1504-1573) compuso la colección Hecatomimithi, cien novelas narradas por damas y caballeros que abandonan Roma después del saqueo de 1527 y se dirigen a Marsella en barco. La séptima novela de la tercera jornada inspiró a Shakespeare su obra Otelo. Y el personaje del Alférez, que representa el mal por el mal, se convierte en el personaje de Yago. El odio como cualidad interna del ser humano triunfa en Cinthio, como lo hará en Shakespeare.
Shakespeare se inspiró en el Hecatommithi también para la comedia Medida por medida, escrita hacia 1603.
El Hecatomimithi fue traducido al castellano en 1590 por Vozmediano, con el título de Primera parte de las cien novelas. En esta obra Cinthio conciliaba clasicismo y moralidad con la imitación de Séneca, por lo que era adecuada en los tiempos en que se difundía la Contrarreforma católica. Según han señalado algunos críticos, esta obra se consideraba el “antídoto” contra el profano Decamerón. Los héroes que representaba servían para moralizar. La obra tuvo mucho éxito tanto en Italia como en el resto de Europa durante todo el siglo XVI, con numerosas ediciones, aunque después cayó en el olvido. Cervantes parece conocer la obra del italiano, y con ese conocimiento se relaciona la enumeración de la novela ideal que aparece en el capítulo XLVII del Quijote (Cinthio había escrito el Discurso en torno a la composición de novelas).
Sabemos que algunos pasajes, tanto del saqueo a Roma (violaciones y profanaciones de tumbas) como con referencias sexuales (como una dama que alaba y describe las hermosas piernas del enamorado), fueron censurados en las traducciones al español.
En general observamos que toda la cultura italiana tuvo un gran influjo en Europa y que se manifestó en grandes autores como Shakespeare y Lope, quienes tomaron de los relatos renacentistas asuntos y personajes que convirtieron en materia dramática.