Los griegos entonaban en las fiestas cantos acompañados por la lira, de ahí que la poesía se acabara denominando lírica. Esta no narra acontecimientos, sino que expresa sentimientos y emociones.
En las canciones interpretadas por un solista el poeta expresaba sentimientos personales, como es el caso de Safo de Lesbos, que vivió en el siglo VII a.C.
De la obra de esta poeta solo se conocen algunos fragmentos, que nos llegaron a través de citas y papiros. Igualmente, los datos biográficos que conservamos sobre ella se deducen de sus poemas. Estos tratan del amor y de su contenido deducimos también que ella había reducido su mundo a un estrecho círculo (sus alumnas y su familia).
De ella decía Alceo, poeta contemporáneo suyo y que era de su misma ciudad, “Safo divina, de sonrisa de miel y cabello de violetas…” al mismo tiempo que la describía como “la casta”.
Safo dedicó su vida a instruir a las jóvenes en la música, la poesía y el baile. Durante su exilio en Mitelene, fundó una Academia y cuando sus alumnas se preparaban para casarse, Safo les dedicaba odas nupciales.
En los fragmentos escasos de su obra que nos han llegado, canta la belleza y el amor en todos sus matices (melancólico, doloroso, fugitivo, dulce, alegre,…). Amó tanto a mujeres como hombres, por lo que canta su amor a las mujeres sin recato. De entre sus amadas, destaca Atthi, a quien dedicó un doloroso poema, el “Adiós a Atthi”:
Atthi no ha regresado
En verdad, me gustaría estar muerta […]
Ve feliz, recuérdame
¡Ah! ¡Tú sabes bien cuánto te quiero!
Safo se muestra a veces tierna y otras, audaz y apasionada. Por esos mismos fragmentos, se deduce que llegó a la vejez ya que se retrata con los cabellos encanecidos y con dificultad para sostenerse, aunque siempre mantiene sus ilusiones, su atracción por las flores y su inclinación al amor (“Eros, que descoyunta los miembros, de nuevo me agita, invencible fiera agridulce…”).
Su lenguaje se caracteriza por la naturalidad y por la ausencia de artificios retóricos. Describe sus vivencias interiores y sentimientos como los celos, el amor, la decepción y la rivalidad en su círculo de alumnas.
El mundo sáfico es un mundo femenino, sin rudeza, aunque la figura masculina aparece en sus versos.
Fue llamada “décima musa” por Platón.
El único de sus poemas que nos ha llegado completo es el Himno en honor de Afrodita. Es una súplica a la diosa del amor para conseguir a su amada. Se compone de siete estrofas sáficas (cuatro versos, los tres primeros endecasílabos y el último un pentasílabo):
¿Arde de nuevo el corazón inquieto?
¿A quién pretende enredar en suave
lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
mísera Safo?
De su obra poética conocemos también poemas que dedicó a sus tres hermanos. De las odas, epitalamios, elegías y otros himnos se conserva tan solo una mínima parte.
Safo sirvió de inspiración a poetas posteriores, como Catulo, Ovidio y Horacio. Y dio origen a dos términos, safismo y lesbianismo.